Por Jessica Mesa Duarte

Un ambiente acogedor, embellecido por plantas y objetos relacionados con el arte de engendrar libros, recibe a los visitantes en una casona de la calle Santa Teresa, entre Milanés y Manzano, en la ciudad de Matanzas.

Anaqueles repletos de textos y una pared en forma de mural donde se exhibe parte de los reconocimientos de Ediciones Matanzas en su larga y fructífera trayectoria completan la decoración.

A Ediciones Matanzas le cabe el orgullo de ser la editorial territorial más premiada de todo el país. Próxima a cumplir sus 40 años, y sin creer que ya está labrado su camino, el equipo de editores, escritores, correctores, encuadernadores y artistas que allí laboran, dedican horas y jornadas enteras a crear obras que, más que reconocimientos, merezcan el aplauso de los lectores.

“Pudiera comenzar hablando de Urbano Martínez Carmenate, que ha merecido en varias ocasiones los premios de la crítica literaria, en el caso de sus ensayos, y de la crítica científico-técnica con el libro Milanés, las cuerdas de oro, Byrne, el verso de la Patria, merecedor también del premio de historia Ramiro Guerra en el que se valoran los libros de todas las editoriales nacionales y territoriales del país.

“El muy cotizado Premio de la Academia de la Lengua, se ha entregado a Urba y a Cepos de la memoria, de Zuleica Romay, lo que constituye un gran orgullo para el equipo de trabajo”, valoró Alfredo Zaldívar Muñoa, director de Ediciones Matanzas.

A los niños dedica buena parte de su producción literaria Ediciones Matanzas cada año. Estas propuestas son cotizadas por la altura estética de sus diseños, el contenido especialmente sincero que ofrecen y el acertado mérito de observar el mundo a través de ojos infantiles, esfuerzos que, igualmente, han sido congratulados en varias oportunidades.

La rosa blanca, que es el premio de la crítica de la literatura para niños y jóvenes, lo han ganado escritores como Yanira Marimón, Joel Frank Rosell, José Manuel Espino y se le otorgó a la editorial un premio especial por la labor en la publicación de textos infantiles.

La belleza de los textos que se publican bajo el sello de Ediciones Matanzas constituye otro punto a su favor. La labor de Johan Enrique Trujillo le aporta valores que le han merecido el premio del arte del libro Raúl Martínez, en más de diez ocasiones y en casi todas las categorías, “un galardón que ha salido poco de los predios de las llamadas editoriales nacionales.

“Ello se debe a que estas son las casas que publican en el extranjero con grandes tiradas a toda luz, en papel cromo e impresiones en dorado. Sin embargo, nosotros lo hemos logrado gracias al trabajo de este talentoso joven quien es el único diseñador de provincia que ha logrado ser reconocido nacionalmente.

“Destaca además La puerta de papel, otorgado por el Instituto Cubano del Libro, con reconocimientos más recientes para Laura Ruiz, con Fe de erratas y En dirección contraria, de Israel Domínguez. Se suman a la lista de este premio Linconl Capote, Gilberto Subiaurt” y el propio Alfredo Zaldívar. Esperamos que nuestra paredes continúen engalanándose de reconocimientos porque esa es una muestra de nuestro esfuerzo, aunque no trabajemos con ese fin.”

Pero, sin dudas, el más importante de los obtenidos por la casa editorial yumurina es el Premio de la Crítica Literaria. Gracias a la constancia de todos los trabajadores de la institución, con sede en la Casa de las letras Digdora Alonso, el máximo galardón del Instituto Cubano del Libro les ha llegado en diez ediciones.

“Un hito también para las editoriales radicadas en las provincias porque casi siempre se quedan en la capital. De nuestra editorial resaltan Yanira Marimón, Laura Ruiz en dos ocasiones, Luis Lorente, el volumen Puentes de Matanzas, del ingeniero Luis González Arestuche y el arquitecto Ramón Recondo Pérez,  El (des)conocido Marinello, de Alina López, el texto sobre la impronta de las capas sociales en la cultura popular cubana, de María del Carmen Barcia y, más cercano en el tiempo, un libro mío de poesía, Trillos, precipicios concurrencias y Esperando por el sol, de Raúl Flores Iriarte, en cuento.”

Ediciones Matanzas sigue cultivando buen gusto y excelente hacer en cada una de sus producciones literarias. Aunque no valen más estos premios que el reconocimiento cosechado durante casi 4 décadas, sí representan una confirmación de su incesante trabajo en pos de crear el mejor de los obsequios: un libro donde lo atractivo, lo instructivo y lo interesante vayan siempre de la mano.