Por Jessica Mesa Duarte

castillo-de-san-severino-matanzasSu majestuosidad puede admirarse desde la esplendidez de una fortaleza militar que pareciera sacada de un cuento medieval o desde la singular belleza de sus anchos muros manchados durante décadas con sangre esclava, muros que podrían contar la historia de Matanzas desde su fundación misma.Durante más de tres siglos ha custodiado los ascensos y declives de la urbe, cual guardián indispensable de valles y ríos, en custodia siempre de las embarcaciones que atracan en la bahía.

De prototipo renacentista, típico del sistema de fortificaciones españolas desarrolladas en América durante el siglo XVIII con influencias francesa e italiana, el Castillo de San Severino compagina de manera excepcional con la historia y la cultura de la ciudad en la que se encuentra enclavado.

Ubicada en la margen oeste de la bahía, esta peculiar fortaleza de planta cuadrada amurallada y de marcada simetría, tiene gran similitud con el Castillo de la Real Fuerza de La Habana, aunque lo supera en movilidad y capacidad defensiva.

La otrora Fortaleza de San Carlos de Manzaneda fue la primera y más importante edificación de la ciudad de Matanzas desde su fundación. Típica construcción militar renacentista, conformó el sistema defensivo de la ciudad. El Castillo de San Severino de Matanzas comenzó a construirse en mayo de 1693, después de numerosos avatares desde su concepción en 1680 por el ingeniero militar Juan de Císcara.

La demora en los inicios de la edificación se debió a la falta de dinero y mano de obra. Cinco meses antes de los actos fundacionales de San Carlos y San Severino de Matanzas, el asentista habanero Pedro Beltrán de Santa Cruz y 40 esclavos propios se encontraban en el paraje de Punta Gorda, trabajando en la obra, además de una pequeña guarnición y el ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, quien después de fallecido Císcara se ocupó de dicho proyecto y sería definitivamente el autor de la planta de la fortaleza.

En 1734 quedó finalizada la traza fundamental de San Severino y en 1736 la Plataforma de San Juan, su primer frente defensivo. Sin embargo, la construcción del inmueble concluyó hacia 1745.

El Castillo de San Severino también funcionó como prisión en el siglo XVIII, pero sus características no le hicieron constar como cárcel hasta fines del siglo XIX y durante el XX. En el siglo XVIII no existían cárceles públicas en Matanzas, por lo que todo tipo de imputados eran llevados a la fortaleza.

El siglo XIX comprendió años de esplendor económico en Matanzas, con lo que también se engrandeció su arquitectura y su sistema defensivo. En esta etapa, San Severino sufrió un largo proceso de transformación en el cual cambió su función.

En principio destinado a la defensa del sector marino que lo consagró como vigía del puerto y la ciudad contra corsarios, piratas y enemigos de la corona, gradualmente se consideró como prisión.

El Castillo de San Severino encierra un conjunto de valores históricos y arquitectónicos que lo hicieron merecedor de la condición de Monumento Nacional en 1978. Los trabajos actuales de restauración y acondicionamiento del Castillo están en función de materializar allí el Museo de la Ruta del Esclavo, exposición permanente donde por medio de los objetos museables se presentan la vida e historia de la fortaleza y el legado de la esclavitud en la provincia de Matanzas.